10 de enero de 2007.- Este local, situado en la calle Santa María de la Cabeza, donde todo el personal en plantilla pertenece al colectivo sordo, aúna ocio, reunión, diversión e integración en el mismo centro.
Un sordo solo en el aeropuerto pidiendo ayuda. Nadie le hace caso y pierde su avión. Fue la situación que inspiró a Lalo, un uruguayo con mucha calle, para montar el Café de los Signos. Tras observar la angustia reflejada en la cara de aquella persona, que compara con la expresión de ‘El grito’ de Munch, solicitó un intérprete para sordos en el aeropuerto, pero no le hicieron caso.
Sentado en la parte de arriba del local, donde quiere poner una biblioteca y una ludoteca, afirma que no cree en las palabras y que le maravilla pasarse el día observando el lenguaje gestual.
Los doce camareros que trabajan en el número 75 de la calle Santa María de la cabeza son todos sordos. La mayoría de los artistas que se suben al escenario para divertir al público también, aunque el Café de los Signos es un punto de encuentro abierto a todos.