Madrid, 22 de abril de 2022. Ángela Ibáñez ha mantenido desde pequeña una gran implicación con las artes escénicas, lo que le llevó a participar en la creación del grupo de teatro amateur de la Asociación de Padres y Amigos del Sordo de Madrid. Posteriormente desarrolló su formación como actriz en los talleres del Festival Una mirada diferente del Centro Dramático Nacional y obtuvo el galardón autonómico y la mención especial del jurado nacional de los Premios Buero de Teatro Joven organizados por la Fundación Coca-Cola.
Pese a licenciarse en Derecho y realizar el Máster de Justicia Criminal a través de la Universidad Carlos III de Madrid, siempre se ha mantenido ligada a las artes escénicas, obteniendo también el diploma universitario de las Artes Visuales en Lengua de Signos de la Universidad Jean Jures de Toulouse (Francia).
A lo largo de su prolífica carrera ha interpretado papeles en multitud de obras teatrales como ‘Cáscaras vacías’ (Magda Labarga y Laila Ripoll), ‘Madre coraje y sus hijos’ (Ernesto Caballero), ‘El grito de la tortuga’ (Iker Azkoitia), ‘Tribus’ (Nina Raine) o ‘Calígula murió. Yo no’ (Marco Paiva), entre otros proyectos.
En el ámbito cinematográfico, ha escrito y dirigido el cortometraje ‘Despertar’, manteniendo al mismo tiempo un gran compromiso con la accesibilidad a la cultura que le ha llevado a impartir un taller sobre cortometrajes a través de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE).
Pregunta: ¿Cómo surgió su pasión por la interpretación y qué le condujo a querer ser actriz?
Respuesta: Desde muy pequeña me ha encantado actuar. Junto con mis primas, montaba espectáculos de teatro para la familia. Además, en el colegio participaba en las obras de Navidad y fin de curso, era lo que más me gustaba. Sin embargo, al no haber actores sordos a quienes tomar como referente, pensaba que no sería posible dedicarme a esta profesión.
P.: De entre los papeles que ha interpretado, ¿cuál le ha supuesto un mayor reto? ¿Hay algún personaje en particular al que desearía dar vida en el futuro?
R.: He interpretado a dos personajes que han supuesto un verdadero reto. En ‘Tribus’ hice el papel de una CODA (children of deaf adults), es decir, de la hija de unos padres sordos que va perdiendo la audición. También he hecho de oyente muda, que es todo lo contrario a lo que soy en realidad. Esto supuso un gran reto, pues tenía que fingir que oía y acompasar las acciones a las de mis compañeros de reparto.
Por otro lado, aunque me gusta interpretar cualquier personaje, sueño con ser Segismundo, Bernarda Alba o Ariel.
P.: ¿Considera que los personajes con discapacidad deben ser interpretados por profesionales con discapacidad?
R.: Por supuesto. Los intérpretes con discapacidad son quienes mejor pueden aportar autenticidad a la experiencia en el trabajo artístico. Tenemos otra percepción de esa realidad y estoy segura de que ello enriquece mucho la producción.
P.: ¿Existen barreras para los profesionales sordos a la hora de acceder al mundo de la interpretación?
R.: Últimamente están mejorando las cosas. Ya hay algunas producciones en las que se cuentan con actores sordos para interpretar a sordos, aunque todavía queda mucho camino por recorrer.
P.: ¿Cómo pueden iniciar su formación aquellas personas sordas que quieran dedicarse a la interpretación?
R.: En la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) se están esforzando por incluir a personas con discapacidad, aunque el acceso aún es muy minoritario. Yo me formé en teatro en la Universidad de Toulouse y, por ahora, es la única de Europa que cuenta con profesores sordos y clases impartidas íntegramente en lengua de signos francesa. Hay una inclusión plena.
P.: ¿El teatro en España es accesible al público sordo?
R.: Lamentablemente no hay una accesibilidad plena. En España solo hay pases accesibles dos días de las cinco semanas que dura una función, y solamente cuando se trata de grandes producciones, por lo que quedan fuera otras obras más pequeñas o el teatro independiente. Dos días no son suficientes. De hecho, muchas veces me he topado con la indisponibilidad por aforo completo o por huelga de técnicos.
Además, no todas las personas sordas pueden acceder mediante el subtitulado puesto que algunas necesitan otro tipo de servicios como la lengua de signos, ya sea mediante un intérprete o a través de un actor sordo. Por el contrario, en Francia hay muchas obras accesibles interpretadas por actores oyentes y sordos de manera simultánea.
P.: ¿Qué puede contar sobre sus futuros proyectos?
R.: Este año tengo proyectos sueltos como actriz en París, pero, para el próximo, hay dos en España que aguardo con mucha ilusión.
P.: ¿Algo más que quiera añadir?
R.: Tan solo espero que haya más días y opciones de fechas para asistir a obras subtituladas, interpretadas y adaptadas a la lengua de signos, así como más actores integrados en las obras y signando; y que esto también se extienda a la realización de películas y series escritas, dirigidas e interpretadas por personas con discapacidad.
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